La digitalización ha supuesto un antes y un después para todas las industrias y sectores. Las nuevas tecnologías han transformado mercados como la impresión comercial, cuyos clientes disfrutan hoy de tiempos de respuesta más ágiles a la hora de recibir asistencia técnica.
Cuando las incidencias y problemas entran en acción, los contratantes de servicios de una Imprenta digital pueden comunicarse sin esperas con el departamento correspondiente de la empresa y recibir asistencia de inmediato, ya sea a través del correo electrónico, las aplicaciones de mensajería o las redes sociales. Con ello, se logra optimizar la gestión comercial y la experiencia del consumidor final.
La analítica de datos, existente antes de la irrupción de datos, se ha visto revolucionada con el empleo masivo de sistemas informáticos, realidad a la que ninguna empresa debe permanecer ajena. Son ellas las primeras beneficiadas, pues ahora disponen de herramientas para investigar, recabar y comprender grandes paquetes de información relativos al rendimiento comercial, los hábitos de consumo y otros aspectos clave en la ‘vida’ del negocio.
Canalizar adecuadamente estos datos, juntamente con otras acciones, permite aumentar las ventas y la cartera de clientes. El hecho de que el escaparate online permanezca abierto las 24/7 también contribuye a maximizar las conversiones. Las imprentas con sucursales físicas, por ejemplo, sólo pueden procesar encargos en horario de atención al cliente, pero las digitales no conocen estas limitaciones, lo que les otorga una gran ventaja competitiva.
Antes de la era digital, saltar del ámbito local al global conlleva requería una inversión inalcanzable para las startups y pequeños negocios. Hoy incluso una imprenta de barrio puede comercializar sus productos fuera del país gracias a los canales de venta online. Esta fuente de ingresos adicional, ajena al mercado nacional, garantiza una mayor estabilidad a la tesorería de la empresa, que no depende ya únicamente de los clientes locales para sobrevivir.