¿Qué helados triunfan en la hostelería?

Los helados no pueden faltar en ningún negocio de hostelería. Son el postre perfecto para prácticamente cualquier comida, tanto en invierno como en verano y, cuando llega el calor, una opción más junto con las bebidas refrescantes. Los helados para hosteleria permiten, además, ampliar ventas a personas que no van a quedarse en el local, pero que se llevan el helado para degustarlo por la calle. Eso sí, hay que prever que si la demanda es alta, prepararlos puede llevar un tiempo que hay que tener en cuenta en la previsión de personal.

Pero ¿qué helados son los que más gustan en hostelería? Sin duda, los favoritos son los helados artesanos, porque se preparan a gusto del consumidor y siempre tienen un toque de calidad que los hace muy especiales. Además, se pueden renovar las terrinas y sabores a gusto de los diferentes consumidores y modas, incluyendo helados sin lactosa, veganos o incluso variedades sin gluten.

Pero en los locales con menú del día o de comidas diarias triunfan los clásicos de toda la vida. Uno de estos clásicos es el vasito de dos sabores (normalmente fresa y nata o chocolate y vainilla) y las tartas clásicas, como la estilo comtesa y la tarta al whisky. Son valores seguros que la gente siempre pide y, aunque pueda haber otras opciones, gustan prácticamente a todo el mundo. Además, sus precios son muy competitivos pudiendo incluirse en menús del día.

Si hablamos de locales de comidas a la carta, los postres suelen ser algo más elaborados y en muchos casos son caseros. Los helados pueden formar parte del menú, pero tienen que ser artesanos y de gran calidad. En muchos casos, forman parte de copas o de preparados. Lo mismo sucede en cafeterías heladerías en las que las meriendas están protagonizadas por copas de helado muy variadas y batidos con todos los sabores.

Y en las cafeterías que no son heladerías y que por tanto no ofrecen copas ni batidos, las marcas de siempre con su oferta veraniega suelen ser una excelente alternativa, sobre todo porque ofrecen sus neveras serigrafiadas y sus grandes posters con las imágenes de los productos, que son todo un reclamo para los niños, pero también para los mayores. Como todo el mundo sabe exactamente qué va a comprar, es una venta rápida que no complica el trabajo y se ofrece como cualquier otro producto de la cafetería.